Quien nunca tuvo que atravesar por lo que nosotros hemos pasado, no está calificado para entender nuestras cicatrices. Ni siquiera tiene el permiso de señalarnos y acusarnos por no haber reaccionado de manera distinta a las batallas que libramos. Es mejor hacer caso omiso a palabras necias y vacías carentes de argumentos, han sido nuestras derrotas y glorias personales; solo nosotros entendemos lo que hay detrás de nuestras marcas.

in Reflexión