4
Quien eligió el silencio, ya lo ha dicho todo. Porque a veces callar no es rendirse, sino comprender que las palabras sobran cuando el alma ya entendió. El silencio puede ser la respuesta más sabia, la despedida más digna o el límite más claro. En él habita la fuerza de quien ya no necesita explicar, convencer ni justificar. Cuando alguien elige callar, es porque ya habló con sus actos, con su cansancio o con su paz interior.