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Nunca debes perder: tu forma de ser, tu esencia, la humanidad de tu alma, la voz de tu corazón, el respeto a ti mismo y el valor por la vida. Mantén todo el conjunto, pese a las dificultades o la dicha extrema. Reconoce lo qué eres, lo que quieres y todo lo que deseas, la vida y tú poseen un valor incalculable, apréciala con tus cualidades y disfruta intensamente de tu existencia.