No tienes que herir para enseñar y no tienes que ser herido para aprender. No es necesario usar palabras duras o levantar el tono de la voz, menos imponer el dolor para que otro entienda una lección. El aprendizaje más efectivo es el que se ofrece con respeto, con empatía y con la intención genuina de ayudar a crecer al otro. Tampoco debes esperar a que las lecciones de vida sean dadas sólo por el sufrimiento, aunque es cierto que el dolor es un maestro poderoso, puedes aprender a través de las experiencias positivas y la observación. Enseñar y aprender son procesos interconectados que pueden llevarse con cuidado y respeto.

NO TIENES QUE HERIR PARA ENSEÑAR Y NO TIENES QUE SER HERIDO PARA APRENDER
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