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No hay luces de Navidad más bonitas que el brillo de las miradas de quienes quieres. Ninguna decoración por espectacular que sea, puede igualar la calidez y el fulgor del corazón de las personas amadas. La verdadera belleza de esta época se encuentra en la compañía, en ese cariño que se manifiesta con cada abrazo y sonrisa. Son esos instantes los que siempre iluminan y alegran el alma.