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Nada ni nadie nos pertenece, excepto el recuerdo. Nada dura para siempre, las personas se marchan y algunos lugares también desaparecen, pero lo que si podemos es conservar en la memoria todos esos buenos instantes que vivimos; aunque la gente ya no esté presente o no regresemos a esos destinos tan maravillosos, el recuerdo se queda con nosotros y prevalece.