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Los seres queridos que perdemos no reposan bajo tierra, sino que los llevamos en el corazón. La calidez de su alma no muere, se queda en las huellas hermosas que dejaron en nuestro ser; cada bello recuerdo permanece indeleble en nuestro interior, todas sus palabras y el amor que nos entregaron, vivirán siempre en cada latido y en nuestros pensamientos.