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Lo que no se pone en palabras se pone en actos. Porque a veces, lo que sentimos no halla la forma en el lenguaje, pero si en lo que hacemos. Un gesto, una mirada, una caricia o la presencia pueden expresar más que mil frases, así como la indiferencia, el golpe al cerrar una puerta, la ausencia de los abrazos también hablan por sí mismos. El amor, el odio, la lealtad, el respeto incluso el dolor se manifiestan en actos aunque a veces no nos demos cuenta.