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Lo que el corazón ya no siente, la mente siempre lo tiene presente, recordándonos lo que alguna vez fue significativo. Aunque la fuerza de los sentimientos se pueda desvanecer, la mente guardará celosamente cada recuerdo, enseñanza y cada experiencia vivida. Las emociones intensas y los momentos compartidos permanecen, aunque el corazón haya aprendido a soltar, porque ella puede volver una y otra vez a esos sitios donde sintió inmensa felicidad o tristeza, sin caer en nostalgia.