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Las personas sensibles son de pocas palabas, pero su alma habla continuamente. Y lo hacen a través de gestos, miradas y silencios. Sus gestos transmiten cariño, sus miradas reflejan esas emociones que no necesitan ser explicadas y sus silencios dicen más que cualquier discurso. En su quietud hay una sensibilidad inmensa y una belleza que ilumina a quienes tienen la fortuna de entender el lenguaje del alma.