Las manos que más fuerte han luchado por sobrevivir, esas donde sobresalen las cicatrices, son las que saben dar las caricias más suaves. Conocen en carne propia cuanto duele un golpe o una palabra fuerte, pero también han experimentado lo bien que se siente una dulce caricia y una expresión suave, por eso y por más, tal vez son las más sabias a la hora de mimar a alguien.