Las heridas sanan, pero uno ya no vuelve a ser el mismo. Por mucho que uno lo deseé, después de que agreden nuestra integridad, difícilmente podemos seguir siendo quienes éramos ante algunas personas o situaciones. Las grandes batallas siempre dejan lesiones en nuestra vida, principalmente en el alma y estas no son fácilmente sanadas; es un proceso de sanación que toma tiempo, donde nos reconstruirnos, siendo una mejor versión de nosotros mismos, para evitar caer en acciones que nos vuelvan a lastimar.