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La libertad no se logra satisfaciendo deseos, sino eliminándolos. Reduciendo por completo aquello que nos ata. Satisfacer constantemente los deseos lleva a un ciclo interminable de acciones que nos esclavizan, pero si nos desprendemos de ellos tendremos una vida más tranquila, porque no tendremos apego a las cosas materiales ni a expectativas, mucho menos a personas. Así que permítete vivir sin anhelos excesivos, en el presente con serenidad y en conexión con tu esencia.