18
La gente que aplaude victorias ajenas ya triunfó por dentro. Porque sólo quien ha hecho los pases con su historia y se siente tranquilo con quien es, puede alegrarse genuinamente por el bienestar de otros. Esa generosidad emociona es un signo de humildad y grandeza; aplaudir sin envida, celebrar sin competir, apoyar sin esperar algo a cambio, también es una forma de triunfo. Esas personas entienden que el éxito no se mide comparando caminos, sino compartiendo alegrías.