La decepción facilita el desapego de un modo impresionante. A veces basta solo una acción, una palabra fuera de lugar o una verdad descubierta para que todo lo que sentías empiece a desvanecerse, es como si el alma ya cansada de sostener lo que no tiene sentido y le hiere constantemente, soltara definitivamente ese peso. La decepción no siempre es un castigo, es un recordatorio de que necesitas abrir los ojos, recuperar tu dignidad y elegirte a ti, porque cuando alguien te falla o te hiere, también te enseña donde no debes permanecer, es en ese instante de claridad, donde comienza el verdadero desapego, silencioso, firme y liberador.
8