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La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas. En este mundo lleno de avances y cada vez más ligado con las medicinas, nos hemos olvidado que unas palabras sencillas y de corazón, pueden aliviar el alma y devolver la paz a quien las escucha. No requieren receta ni formula compleja; sólo necesitan ser reales y que puedan devolver la confianza en quien las reciba. La ciencia puede lograr cosas maravillosas, pero la bondad humana sigue siendo el bálsamo más poderoso y necesario para el alma.