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La burla del dolor ajeno sólo muestra la pobreza interior. Minimizar o reírse del sufrimiento de otro no enaltece, por el contrario, evidencia una falta de sensibilidad, una desconexión de la bondad y el amor que deberían guiar las acciones propias y las que se tienen sobre otros. Cada persona tiene cicatrices invisibles y libra sus batallas en silencio, es en esos momentos donde más necesitan apoyo y comprensión, una palabra que aliente y no que profundice el dolor. Sólo aquellos con una riqueza interior autentica, saben que no deben emitir juicios y respetar a su semejante.