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He perdido dinero, amigos y tiempo, pero nunca la fe de que lo voy a lograr. Las perdidas, aunque duelan me han dejado grandes lecciones y me han enseñado a valorar lo esencial. El dinero puede recuperarse, los amigos verdaderos permanecen y el tiempo, aunque no regresa, siempre ofrece la oportunidad de empezar de cero. Mi fe es un motor que me impulsa, es la fuerza que me levanta cuando siento que todo lo he perdido; mantendré viva mi determinación y seguiré adelante incluso en los días más difíciles. ¡Sé que lo voy a lograr! Ya lo he hecho antes y ahora no será la excepción.