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He llegado al punto de mi vida en que s que si alguien desea marcharse de ella, amablemente le abro la puerta, porque comprendo que no puedo aferrarme a quienes no quieren estar, mucho menos obligarlos a hacer algo; en cualquier tipo de relación todo debe fluir y si no es así amablemente abro el espacio, con gratitud y cero rencores en el corazón, para que siga adelante con su camino. No es orgullo ni indiferencia, es valorar mi espacio, mi tranquilidad. Quien quiera quedarse que lo haga con amor y respeto, quien prefiera irse que lo haga con libertad.