Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir. Dejemos que vivan en su particular mundo físico y material, mostrando lo que los llena de un orgullo temporal, mientras se olvidan por completo de la verdadera esencia humana. Dejemos la vanidad a estos seres que nunca tendrán tranquilidad por su necesidad de enseñar una constante e imposible vida perfecta.