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Habla menos y observa más, no todo lo que sucede necesita una reacción. Conserva la calma y analiza si te afecta o no aquello que está pasando delante de ti, si merece que te salgas de control y qué es lo que ganas al reaccionar o qué sucede si simplemente lo dejas pasar; concéntrate en tu bienestar, no dejes que las emociones le ganen a tu capacidad de razonar.