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El tiempo perdido es más caro que el dinero gastado. Cada minuto que dejamos ir en lo que no nos aporta, lo que no amamos o lo que no nos invita a crecer, es un pedazo de vida que no vuelve. Nada nos empobrece más que vivir atrapados en lo que no queremos o postergar lo que realmente nos importa. Porque al final lo más valioso que tenemos no está en una cuenta bancaria, sino en cómo usamos los días que nos fueron otorgados.