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El que vive con miedo a estar solo muere mal acompañado. Quien teme a la soledad, lo lleva a aceptar relaciones superficiales, insatisfactorias o tóxicas, sacrifica su autenticidad y bienestar personal, permite que pasen por encima de su ser solo por complacer y termina con alguien que drena su energía, anulando por completo su alegría sólo por su dependencia emocional. Hay que aprender a disfrutar del tiempo con nosotros, sabiendo que es mil veces mejor una soledad sana a una mala calidad de vida por una mala compañía.