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El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir. Ya sea por falta de voluntad o habilidades, suelen encontrar su amparo en la destrucción. Al ser incapaces de crear algo propio, buscan la manera de derribar lo que otros han creado con paciencia y dedicación a través de la devaluación y la critica destructiva, haciendo lo posible por doblegar a quienes se esfuerzan por mejorar y edificar una mejor vida.