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El alma siempre sabe como sanarse a sí misma, el verdadero desafío está en silenciar la mente. El alma sana cuando reímos, cuando cantamos y hasta cuando lloramos, pero a la mente le toma más tiempo y esfuerzo sacar de sí misma, los pensamientos pesimistas, el ruido y el eco que dejan los miedos. Pero debemos hacer lo posible por ganar ese desafío y podamos contemplarla desde afuera y con absoluta calma, para que al fin podamos renovar nuestra manera de ver la vida en general.