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Cuando supe que te habías marchado y que ya no volverías, fue ahí donde hasta respirar dolía. Sabía que tu ausencia iba a dejar un enorme vació en mi vida y dolor en mi corazón, pero es que desde que te fuiste los días se han hecho eternos y el dolor en mi pecho parece que no sanará nunca. Es tan difícil vivir en todos esos espacios, donde jamás volverás a estar.