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Cuando estás en paz contigo, hasta la soledad es hermosa. Porque no se siente un vacío, sino como un espacio donde descubres que no necesitas de nada externo para sentir plenitud, que tu propia compañía es suficiente; esa calma donde la soledad deja de ser sinónimo de tristeza y se transforma en un lugar feliz donde puedes entenderte, escucharte y aprender más de ti, es inmensamente valorado como para sacrificarlo por algo o alguien que venga a restarte.