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Amar al otro es cuidarlo de tu propia capacidad de lastimarlo, entendiendo que todos tenemos defectos, impulsos y actitudes que sin querer podrían herir. Amar es medir nuestras palabras y acciones, escuchando con atención, comunicando desde el respeto y corrigiendo cuando es necesario. Implica responsabilizarse de las emociones, evitando buscar culpables y aprender a manejar nuestras frustraciones sin descárgalas injustamente. El amor no se trata sólo de recibir sino también de dar lo mejor que nos sea posible; es construir juntos un espacio seguro y lleno de respeto mutuo donde ambos puedan florecer sin miedo a ser dañados.