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Pensar demasiado las cosas destruye la felicidad. Porque se generan preocupaciones innecesarias y te anticipás a problemas que quizás nunca ocurran, creando ansiedad en tu interior. Mejor disfruta de tu presente y fluye con las experiencias cotidianas; no construyas obstáculos mentales que te alejen de la alegría que estás experimentando y simplemente vive el ahora.