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No finjas para lucir perfecto, porque la perfección nunca es real y la realidad nunca es perfecta. No intentes impresionar a los demás, porque la verdad es que la perfección es una ilusión inalcanzable. La verdadera belleza yace en la autenticidad, en aceptar que somos imperfectos, pero genuinos, con nuestras debilidades y fortalezas.