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Ni tu peor enemigo puede hacerte daño como tus propios pensamientos. Ellos pueden ser aliados o enemigos, pueden impulsarte hacia el éxito y la felicidad o convertirse en enemigos que saboteen tus acciones y te hagan dudar de tus capacidades. No permitas que se vuelvan destructivos, porque pueden desencadenar en ansiedad, limitando tu libre desarrollo personal. Recuerda siempre que eres un ser capaz, cultiva una mentalidad positiva y libérate del poder de destrucción que pueda ocasionar tu propia manera de razonar.