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Las tormentas son temporales, pero las bendiciones de Dios, son para siempre. Las dificultades y los desafíos que enfrentas en la vida son transitorios; no te olvides nunca de que Dios permanece atento a ti, sus bendiciones son constantes y te acompañan desde tu primer latido de vida y allí seguirán hasta que tu tiempo en la tierra se termine. Hazte fuerte en medio de las tormentas, aprende las lecciones y mantén viva la fe. Dios te acompaña hoy, mañana y siempre.