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La sinceridad debería abrir puertas, pero casi siempre las cierra. A pesar de que su intención es buena, la sinceridad puede encontrarse con resistencia y malos entendidos, porque a la mayor parte de la humanidad, la verdad a veces le resulta incomoda y desafiante. No todos la aceptan ni saben manejar y eso las hará sentir vulnerables produciendo más reacciones negativas que positivas, cerrando así las puertas a la confianza y a relaciones más auténticas.