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El único amor, fiel, comprensivo, que nunca nos defrauda y nos acompaña hasta la muerte es el amor propio. Mientras que otros tipos de amor se terminan o nos defraudan, el nuestro sigue intacto y vivo, sirviéndonos como fuente de apoyo constante, desde donde obtenemos la fortaleza para enfrentar lo que sea y el ánimo para seguir mejorando.