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Deja ir a quien no se quiere quedar. Acepta la voluntad del otro y cuida tu paz. Aferrarte sólo te dañará, reconoce la otredad de quien se va y permítele que se marche en los mejores términos posibles. Es natural que te sientas tristes, pero tarde o temprano comprenderás que era lo mejor que podía pasar. Nada dura para siempre, suelta y libera de tu presencia a quien no la valora ni la prefiere.