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Cuando las expectativas se reducen a cero, uno aprecia realmente todo lo que tiene. En esos momentos en lo que todo parece llegar a su fin, reflexionamos sobre el verdadero valor de todo lo que poseemos y de quiénes nos rodean. Apreciando y agradeciendo hasta lo más diminuto, dándole mayor valor a las experiencias a lo intangible y valioso que tenemos en nuestro paso por el mundo.