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Cuando humillas a alguien no eres ni más orgulloso, ni más fuerte, ni más poderoso. Sólo eres más miserable. Quizás tengas una percepción momentánea de superioridad, pero esta sensación es ilusoria, menospreciar a alguien te aleja de tu propia humanidad, no importa lo que haya hecho el otro, estás atentando en tu contra. Porque la verdadera grandeza se logra a través de la bondad y el respeto hacia los demás.