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Avanza sin mirar atrás, confía en tus fortalezas y en el constante apoyo de Dios. Mantén tu compromiso y no permitas que el peso del pasado detenga tus pasos. No ignores las lecciones valiosas que has aprendido en el camino, aprovecha la experiencia para dar pasos más acertados. Y nunca te olvides de lo más importante de ese apoyo único y constante que te ofrece Dios, esa fortaleza que te brinda cuando sientes que no puedes más. ¡Lo vas a lograr!