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Agradece la sinceridad de un adiós. Porque los besos por costumbre matan y tejen llagas que hieren el alma, los abrazos por lástima enfrían hasta el corazón más cálido, es mejor despedirse a tiempo para no vivir en una cómoda y a la vez insoportable rutina. Ya no te amarres a sentimientos que de la otra parte murieron, suelta y reinicia tu propio sendero.