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A una mujer hay que mirarla siempre de frente, como se miran los miedos, los retos y lo que más se quiere. Comprenderla en toda su complejidad, apreciar su individualidad y respetarla. Abrazar sus sueños y aspiraciones, apoyándola en la búsqueda de lo que tanto anhela. Estar en disposición de compartir con ella sus alegrías, tristezas y logros.